Pues si eres una persona sensible te recomiendo que NO lo leas. 

Hecha la advertencia, te cuento.

 

Hace unos años, era diciembre y yo dormía con mi hijo de un año en la cama, ¿Hay alguna sensación más mágica que esa? No creo.  El mundo es perfecto tal y como es.

Todo está en su sitio, y tú de repente eres una reina inmortal que acuna a tu pequeña criatura porque la estás protegiendo de todo lo malo que hay fuera de esa cama. 

De aquellas, yo vivía en un vecindario en una zona medio rural, poco Pet-friendly. 

Fincas, perros grandes, maltrato selectivo a los perros, incluso tuve un vecino que coleccionaba perros como cromos aunque les diese una vida miserable. 

Tuve problemas con ese vecino ¿Sabes por qué? Porque Rocky es un pitbull, y son perros chungos, así que tuvimos más de una vez y de dos, malas palabras. 

Aquella noche, mi pareja de entonces dejó por error nuestra verja abierta. 

Mis perros decidieron darse una putivuelta por el barrio solos y libres. 

Yo, que velaba el sueño de mi hijo, era tarde y hacía frío, no me enteré. 

Hubiese quedado en una anécdota sin más porque a las tres de la mañana de un diciembre y en zona rural ¿Quién iba a estar fuera? 

Mi vecino – insomne por lo visto – tuvo la genial idea al ver a mis perros sueltos, de soltar a los suyos. 

Lo peor es que aquellos perros JAMÁS SALÍAN de la finca. 

Llámalo karma, gilipollez supina o simplemente vivir. 

Sólo sé que me sobresaltaron los gritos, los ladridos, que me atravesaron el pecho y tuve que saltar de la cama. 

Ya no podía velar el sueño de mi hijo y el mundo, de repente, no era perfecto ni yo una madre inmortal. 

Corrí al exterior como quién ve el incendio, con la angustia en el pecho y la adrenalina en la vena.

La imagen de aquella madrugada se me hizo carne y sangre, sobre todo, sangre. 

La dantesca escena era de dos mastines de 70 kilos,  atacando a Rocky. 

Rocky trataba de zafarse, sacudía el cuerpo, pero uno de ellos lo tenía sujeto del belfo mientras que el otro le daba mordiscos donde pillaba, la sangre corría. 

La hija del vecino trataba de tirar de su perro para que soltara, le pegaba patadas, le gritaba… pero el mastín hacía oídos sordos. 

Mi Ex ahora, pero pareja entonces, . trataba de interponerse entre el mastín y Rocky para apartarlo de él, Rocky inmovilizado, el mastín acertando en cada dentellada por muchos empujones que recibía. 

Es bastante probable que se me rompiera el corazón en aquel momento, pero no lo noté, cuando amas tanto te vuelves estúpida y no te planteas que quizá uno de esos tres perros puede dejar a tu hijo huérfano. 

Pero era Rocky ¿sabes? era MI Rocky el que estaba siendo atacado y no podía defenderse, así que luché, empujé, tiré.

Nada funcionaba. 

Así que volví corriendo a casa y cogí un cubo de agua. 

y  la lancé encima de los perros una noche de diciembre a las tres de la mañana.

Y soltaron a Rocky.

y él decidió que era su momento de morder.

La mala suerte o la Diosa fortuna quiso que fuera  a mí y en la pantorrilla.

Así que su sangre se mezcló en el suelo con la mía. 

y empezó a correr totalmente fuera de sí, y sangrando. 

aquella noche de diciembre, a las tres de la mañana había 13 perros en total en la calle. 

Sí, 13.

10 no eran míos, eran del vecino. 

Rocky iba directo a por los perros, mi ex se afanaba en meter a un mastin en su casa, la vecina al otro, pero supongo que Rocky pensó que la sangre, con sangre se paga. 

Puta madre chaval. 

Corrí ya sin oxígeno en los pulmones y me tiré encima de Rocky, tipo pressing catch de los 90, y a empujones – yo de rodillas – conseguí llevarlo hasta casa. 

Fue entonces cuando la vi. 

Lola, la Husky, asistió al espectáculo  recostada plácidamente en la verja de mi casa. 

Puta madre (otra vez)

y empecé a reír como una histérica, porque lo estaba, mientras notaba como las lágrimas empezaban a arder en la cara. 

y lloré, como se llora el miedo, el  dolor y la rabia.

Con ganas. 

Lloré curando a Rocky de las heridas, que eran muchas. 

Lloré cuando mi ex  volvió de Urgencias que le habían roto el tendón del dedo y posiblemente no recuperaría la sensibilidad.

Lloré ante la hoja de denuncia que nos dieron en Urgencias.

Lloré mientras me curaba y veía que tenía un trozo de carne menos en la pantorrilla.

Lloré al quitarme el pijama y darme cuenta que era más sangre que tejido. 

Lloré dos ríos y medio, todo eso y más lloré. 


Y aunque no te lo creas, lo más triste no fue curar heridas. 

Tampoco fue tan triste darme cuenta que había secuelas emocionales, un trauma severo y que la ansiedad me iba a acompañar para siempre en nuestra vida juntos. 

Qué va. 

Lo más triste fue darme cuenta de que ya no era una madre inmortal que velaba el sueño de su hijo.

¿Cómo iba a protegerlo del mundo y las cosas malas que pasaban si había sido incapaz de proteger a mis perros?.


A partir de aquella noche Rocky salía en modo supervivencia, dispuesto a atacar todo lo que se nos acercara, con el miedo siempre presente, con la ansiedad como compañera. 

Los “Profesionales” me lo desahuciaron. 

No tuve otra opción que formarme para poder ayudarlo, cagarla  y seguir adelante. 

La educación canina me eligió a mí. 

Yo no la elegí. 

Entonces supe que probablemente NADA me apasionara tanto como ver perros felices y comprendidos de verdad.

 

No hace falta que hayas vivido un episodio traumático como el mío para comprender a tu perro sin trucos ni magia. 

Recién horneados como los donuts, te cuento cada día gratis y en tu mail  cosas sobre educación canina, sin tecnicismos ni rollos, así que todo lo que te cuento podrás llevarlo y aplicarlo con tu perro. 

⇒ Por si te lo estabas preguntando, La responsable de todo este cotarro soy yo, Raquel Nieto, 

⇒ Cuando pongas el email que más te apetezca, incluso el de hotmail vale, recibirás un email para que me confirmes que no es tu perro el que se está suscribiendo. 

⇒ Solo pongo un casillero para tu email porque no nos conocemos, y no somos amigos así que no te voy a llamar por tu nombre, no me gusta insultar ni tu inteligencia ni la de tu perro. 

⇒ Todos mis emails llevan el botón para darse de baja, porque lo mismo no te mola mi forma de ver el mundo de tu perro, así que si no tienes feeling conmigo, dale ahí, puedes ser silencioso como un Ninja o mandarme un email ciscandote en mis sacrosantos ancestros. 

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